En mi anterior publicación publique un articulo sobre nuestro potencial jona me hizo un comentario que me puso a pensar en las obras y el activismo.
Tiempo atrás tema que me interezó y Lester compartio conmigo algo sobre este tema.
“... la gracia con la cual nos hizo aceptos en el Amado.” Siendo aceptos en el Hijo Amado quien era perfecto, no por nuestros esfuerzos ni méritos sino por pura gracia, una dádiva de Dios, no podríamos ser más aceptos con El. Esto quiere decir que no importa cuántos trabajos hagamos, ni cuán santos seamos, no podemos ser más aceptos en Cristo que ahora. También quiere decir que no seremos menos aceptos por nuestras fallas y caídas. ¿Lo puedes creer?
Pablo escribió a los corintios: “Al que no conoció pecado (Jesús), le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El” (II Cor. 5:21). ¿Qué más necesitamos para ser aceptados por Dios? Añadir cualquier cosa que nosotros pudiéramos hacer a esta obra divina es despreciar la gracia de Dios. Es menospreciar la justificación que hizo Cristo. Es dudar de la eficacia de la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Somos aceptados, no por nosotros mismos, sino por la salvación que Dios nos ha regalado eternamente en Su Hijo. Esto quiere decir que no seremos rechazados nunca por Dios. Jesús dijo: “y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera”No importa qué clase de pecador hayamos sido, ¡ja, algunos ya se pasan si! Por esto algunos no pueden creer en Cristo plenamente porque se creen tan malos que no acreditan que hay posibilidad de ser aceptados nunca. Debemos recordar I Corintios 6:9-11
No somos ahora lo que éramos, por estar en Cristo. Tenemos una nueva identidad.
Ahora bien, ser aceptos en el Amado eternamente no es lo mismo que ser agradables a Dios. Atentos flojonazos!!!! Aquí viene lo bueno.
El serle agradable es nuestro deber como hijos de Dios.
Nuestro sacrificio de nosotros mismos a Dios se describe como un sacrificio agradable (Rom.12:1). Dios escucha las oraciones de los que le agradan (I Juan 3:22). En los Salmos vemos que Dios da la victoria a los que le agradan (Salmo 18:19; 41:11). Cristo como hombre tuvo este testimonio de Su Padre: “Este es mi Hijo amado en que tengo contentamiento” (Mateo 3:17; 17:5).
Aquí importa la obediencia a Su Palabra en la vida cristiana. No para ser aceptados ni para no ser rechazados, sino para agradar a Aquel que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús. No hay cosa que agrade más a un papá que la obediencia por amor de sus hijos. Dios creó a Adán y a Eva con esta GRAN POTENCIAL de obedecerle y estar en plena comunión con El por su libre albedrío. Por supuesto, no duró mucho esa bella comunión en el Huerto de Edén, porque escogieron desobedecer en vez de obedecer a su Dios y Creador. Por esto la gran obra de salvación fue parte del plan eterno de Dios para restaurar esa comunión perdida con la humanidad. En Cristo llegamos otra vez a ser aceptados y no rechazados, y ahora nos toca aprender a agradarle a nuestro Padre.
“Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando El en nosotros lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo…”
¿Lo ves? 1, por la sangre has sido hecho ACEPTO y APTO para todo lo que necesitas para hacer Su voluntad. 2, es por el ESPÍRITU DE CRISTO quien vive en nosotros que vamos a cumplir Su voluntad y agradarle. Ahora bien no nos conformemos a ser sólo aceptos sino agradables delante de nuestro Dios y Salvador.
[...]Ahora bien no nos conformemos a ser sólo aceptos sino agradables delante de nuestro Dios y Salvador[...] me suena a un papá serio y tenemos buscarle arrancarle una sonrisa o algo parecido. No quiero creer que hayas querido decir eso.
Creo que Dios ya está contento con que estemos en su familia, el hecho de hacer su voluntad, es como una alegría extra que le damos a él.